Los días pasan rápidamente. Las horas rondan el reloj de la alcoba. El tiempo, maldito demonio, te ataca a mordidas, queriendo rasgarte dignidad y ropajes. Sus garras te hieren cual llamas vivas y por trozos te mandan al infierno entre gruñidos y lamentos.
Tus cabellos, extendidos sobre la almohada, recuerdan los deltas del río que de tus ojos mana. Largos y negros brazos de agua salada bajan hasta tu cuello.
***
Tus negras y escasas ropas vistiendo tu cuerpo recargado en aquel frío farol nocturno, que representa tu sustento.
***
Las negras aguas se mezclan con un lago escarlata que se estanca junto a tu desnudo lecho.
Tus pechos suben y bajan al compás de tu llanto, ahora calmo, gracias a los minutos.
¿De quien es el cuerpo desnudo que yace junto a tu cama? Frío, pálido, masculino. Sus ojos sin vida demuestran miedo… a la muerte.
Tus dedos borran de tus ojos el rastro de los negros ríos.
Miras, sobre la pared, que son ahora las cinco.
***
Ellos suben las escaleras, alguien los ha alertado.
Una sola patada hace estallar la puerta y entran gritando.
La habitación se llena de agujeros provocados por sus proyectiles.
Al silenciarse el ruido sólo lo encuentran a él.
Sigues sola.
Sobre la cama, el rojo lago y un cuchillo ensangrentado.
1 comentario:
Pues aquí está el comment que querías!! Ya, para que estés feliz, jajaja.
Aure, de verdad que escribes muy bien, me encanta leer tus historias, haces que uno pueda llegar a otro mundo.
Bueno, pues, seguiremos hablando.
Cuídate. Saluditos.
Atte.
Citlalli Dunne (jajaja)
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